• Colombia
  • Última actualización 2025-04-27 16:14:03
  • El reconocimiento que ha tenido Reynaldo Armas lo ha llevado a la cúspide de la música llanera.

    El Caballo de Oro

    Reynaldo Armas


    Ayer me dijo un fulano,
    ¿cuánto cuesta su caballo
    con toditos los aperos?
    le dije inmediatamente
    discúlpeme caballero,
    mi caballo no está en venta
    lárguese de estos linderos,
    insistió aquel individuo
    yo estoy dispuesto a comprárselo
    no se pare por dinero,
    le respondí más enfático,
    mujer, caballo y sombrero
    para mí no tienen precio
    cuando hay cariño sincero,
    cuando uno tiene orgullo
    se aprieta tanto a lo suyo
    que no es fácil convencerlo,
    a vender un sentimiento
    puro limpio y verdadero,
    ni la suma más cuantiosa
    ni el más poderoso imperio
    podrán comprar ilusiones
    pero nunca un amor serio,
    mi caballo es un tesoro
    que usted ni con todo el oro
    que hay en el mundo entero,
    podrá sacar de mi atajo
    mi zaino pasitrotero
    déjelo quieto carajo
    pastando en sus comederos,
    que se muera de lo anciano
    pero nunca, nunca, nunca de sillonero.

    la vida es un libro abierto,
    donde se aprende de todo
    de lo malo y de lo bueno,
    el tribunal donde un día,
    todos compareceremos
    a purgar una por una
    las culpas que cometemos,
    yo soy un buen ciudadano
    no ando fastidiando a nadie
    ni codiciando lo ajeno,
    tengo una vida tranquila,
    me la gasto más o menos
    pero cuando me molestan
    ronco más duro que un trueno,
    las prendas que yo me pongo
    las quiero igual que a mi vida
    las respeto y las venero,
    mi cobija mi chinchorro
    mis botas y mi sombrero,
    su valor incalculable
    va mas allá del dinero,
    algo como inalcanzable
    pa´ cualquier faramallero,
    yo tengo un caballo de oro
    que para mí es un tesoro,
    tiene en la frente un lucero
    las cuatro patas blanquitas
    mi zaino pasitrotero
    déjenlo quieto carajo,
    pastando en sus comederos
    que se muera de lo anciano
    pero nunca, nunca, nunca de sillonero.



Después de viejo gateando
Armando Martínez

Del Rancho al Pueblo
Reynaldo Armas

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