• Colombia
  • Última actualización 2024-03-27 23:33:12
  • El reconocimiento que ha tenido Reynaldo Armas lo ha llevado a la cúspide de la música llanera.

    La Muerte del Rucio Moro

    Reynaldo Armas


    Caramba ñero 
    se oscurecieron mis dias
    alzó en vuelo mi alegría
    cuando menos lo esperaba
    triste mañana 
    sentí perder un tesoro
    mi caballo rucio moro
    donde yo siempre coleaba
    
    Lo hallaron en el potrero
    en el potrero
    con la nuca reventada 
    parece que una centella
    le dio una vuelta e' campana 
    
    Quién se iba a imaginar
    que a mí caballito 
    algo malo le aguardaba
    para quitarme la vida 
    dejando mi alma enlutada 
    
    Partí enseguida 
    al conocer la noticla
    viendo la caballeriza
    un poquito solitaria
    llegué al lugar
    donde estaba mi caballo
    vi los impactos de un rayo
    en medio de cuatro palmas 
    
    Más a la orilla de el rio 
    con otras bestias
    andaba la potra Zaina 
    dando vuelta y relinchando 
    bastante desesperada
    
    Pobre mi caballo rucio 
    arrodillado
    con la cabeza encajada
    cuando fui a cerrar sus ojos
    le brotaron sendas lágrimas
    
    Pasó la brisa
    desensillando añoranzas
    mientras una garza blanca 
    observaba en la cañada
    cantó un carrao
    en una punta de mata
    y una triste paraulata
    enmudeció la sabana 
    
    En las arenas del río 
    mi rucio moro
    dejó sus patas marcadas
    cuando con su potra fue
    a retozar en la playa
    
    La soga de mi cariño
    de mi cariño
    apareció reventada 
    por unos cuantos tirones 
    del destino en su jugada 
    
    Adiós amigo 
    me brotó del corazón 
    sentí gran desolación 
    cuando le daba la espalda 
    un hueco grande
    donde su cuerpo cupiera
    y encima del poco e' tierra 
    mi sombrero pelo e' guama 
    
    Pa' que el rocío mañanero 
    caballo rucio
    humedezca mi plegaria 
    y los albores del tiempo
    le den su gracia temprana 
    
    Que le traigan serenata
    los pajaritos
    que vienen de la montaña 
    para que su negra senda 
    se le convierta en hazaña 
    
    Cayó la tarde
    enmarcada en arreboles 
    cuantas lunas cuantos soles
    presagiaron mi nostalgia
    se fue el Jilguero
    que pregono mi alegría 
    pedazo de vida mía 
    retacito de mi infancia
    
    Querubín de mis anhelos 
    de mis anhelos 
    cercanía de mi distancia
    cuanto quisiera quitarle 
    al mastranto su fragancia 
    
    Ceñirme en el desespero 
    de aquel lucero 
    que titila y se quebranta 
    el que muere lentamente
    amoldado a mi esperanza
    
    Caballo rucio
    te saliste del corral
    convertido en vendaval 
    volaste la puerta e' tranca 
    jamás pensaste
    que te acechaba la muerte
    culpable tu mala suerte
    que te condujo a la trampa
    
    Entre lienzos del recuerdo
    caballo mío
    inerte queda tu estampa 
    para tus tantos amigos
    un manantial de añoranzas
    
    Hoy tu destino es un bongo
    bongo perdido
    de canalete y palanca
    varado y abandonado
    en los confines de Arauca
    
    Silla y bozal 
    se preguntan con dolor
    porqué el destino traidor
    no cambiaria su morada 
    la talanquera 
    que bastante le apoyó
    triste también comentó 
    está de luto la manga 
    
    Desde el coso hasta el tapón 
    se oye un murmullo 
    de entre cortadas palabras
    y las muchachas reparten
    en lluvia cintas doradas 
    
    Con la tarde veranera 
    allá en el monte
    se oye cantar la chicharra 
    y un desperal de nostalgia
    se lleva el viento en sus alas 
    
    Aguita fresca 
    está ofreciendo el jaguey 
    mientras allá en el caney
    me aguarda mi campechana 
    grito altanero
    de soberano sentir
    tu no te vas a morir
    mientras existan sabanas 
    
    Desde un rincón oriental
    en Venezuela
    por el estado Monagas 
    hasta el impetuoso Meta 
    en las tierras Colombianas
    
    Remontando en Orinoco
    el rio Apure
    Casanare y el Vichada
    para morirte de viejo
    en las ondas Araucanas 


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Luis Quinitiva

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Ángel Cordoba

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