Magdalena Duque
Virgencita de Manare llévale a Dios mis plegarias para que vuelva la paz a la tierras colombianas que termine la violencia al silenciarse las armas Señor... ¿tú haces llover verdad? para que beban los buenos y los malos no dejen que nos vendan más el agua ni dejes que nos cobren más la luz devuélvenos la luz de la esperanza que me toque comprar el pan que como y el duro lecho que mi cuerpo abarca y al fin mis manos trabajan con paciencia como un deber sagrado señor... y no con rabia. Tú multiplicaste el pan señor porque no alcanza seres humanos se acuestan sin comer mientras la noche taciturna avanza y a otros le sobra el pan señor... lo despedazan lo botan lo malgastan miles de niños que duermen en las calles por falta de un hogar y una cama y en casa del ministro vive un perro que tiene colcha cabecera y sabana y los niños arropados con el manto de amargo llanto de una infancia abandonada y recogiendo en su frágil cuerpo las satánicas ignotas e impactado de una bala amaos los unos a los otros dijiste tu señor y nadie se ama se burlan del anciano paralÃtico del parapléjico mendigo y la anciana y el humilde guahibo que fue al pueblo lo matan sin piedad en la sabana nada importa señor que el siempre lleva ondiando la bandera de su raza el patrón le roba su jornal lo humilla lo maltrata y no le paga. Y la polÃtica señor por otra parte es una cosa de la mas precaria al pueblo los arrean como cochino y nos ofrecen la reforma agraria pero después que llegan al poder hasta nos quitan el uso a la palabra reuniones más reuniones del partido a medio dÃa de tarde en la mañana y ellos como fieros tiburones van devorando lo que el pueblo gana. Y la mujer que es la delicia de la vida se tiene como objeto de subasta su castidad, su amor y sus caricias esos son los vueltos de la plata se condena al inocente sin piedad y al malhechor se le cobija y tapa. Señor... un dÃa volviste a Lázaro a la vida sin procurar que nadie le pagara porque nos cobran tan caro una receta que unas veces nos mata y otras nos sana porque se muere el pobre sin remedio siendo que tú sanabas con palabras y a eso se debe, Señor, ese criterio que hace que lance mi plegaria humana, ayúdame Señor a todo el mundo has que la fe con el amor renazca porque limpiando, Señor, a la conciencias y no permita Señor esas fronteras donde los hombres se compran con medallas que se regalan la cruz de Boyacá la de negro primero y de Miranda banderas rojas negras colorá siempre Juan Bimba es el que paga. Ayúdame señor los pobres indios esos que habitan los montes de mi Arauca los que viven allá en el Orinoco que se quedaron sin tierras y sin casa por tu santa palabra tu obra maestro seguirás semillando sobre el alma y tu no puedes tener oÃdos sordos ni dejar en el olvido a quien te llama.