Rafael Ignacio
Rafael Ignacio hijo mío vas a escucharme un momento
quiero conversar contigo
sin ningún presentimiento
olvidando por ahora el rango del parentesco
como dos viejos amigos y hombres de pelos en el pecho
ya que tengo un corazón pa' amamantar el sufrimiento
que nadie recoge el llanto que voy regando en silencio
solo quisiera hijo mío que el valor de mis consejo
tenga la fuerza de un río y la experiencia de un viejo
que es lo único que he tenío y antes de morir te dejo
cuando te ataca el hastío tal como ahorita lo siento
llegas al final con brío si abandonar tu puesto
si la humanidad pregunta dile que fui tu maestro
condiciones que se ajuntan pa' hacerte un hombre correcto
si el amor toca las puertas de tu corazón sediento
dile que duermes tu siesta
así te encuentres despierto cobra y pagas la cuenta
pero que te den el vuelto
acércate tengo frío me esta faltando el aliento
y a tu mai que nunca olvido le vas a llevar mi afecto
le dices que ella es pa mi el vaquiano mas experto
le dices que yo me voy por un camino bien lejos
donde bien seguro estoy que allí no existe el regreso
dícele que me lleve el sabor de aquellos besos
donde pusimos los dos sangre de ambos en tu cuerpo
donde sin perdón de Dios se quebranto un juramento
porque los malditos celos terminaron con lo nuestro
deja tender la vista sobre las huellas del tiempo
yo soy el ayer vacío tu eres el futuro incierto
hojas árbol caído que son juguetes del viento
cuando yo muera, cuando yo muera hijo mío
solamente te agradezco que esos que llaman doctores
no jueguen con mi esqueleto ni estudien con mi vergüenza
que guarda tantos secretos
que no jiendan el cráneo ni me serruchen el pecho
ni me tasajién la lengua ni me trituren mis huesos
quiero enterita mis mano pa seguí escribiendo versos
que no me pongan encima esos muros de cemento
que un arpa sea el novenario y un cuatro mi padre nuestro
mientras bajo y capacho sigan cuidando mis restos
sin más nombre y apellido hijo me llamas no más un muerto.
Testamento de un poeta
Rafael Martínez Arteaga